Razonar es un laberinto de palabras enlazadas que buscan una salida, una conclusión. Al lograrlo nos sentimos plenos, aliviados, completos de haberlo hecho. Sin embargo, la oración es solo un rastro en el follaje de la realidad; casi un engaño.
El tiempo es ahora, ni antes ni después. El estar, el respirar, el amar, el mirar, el oler, el sentir, el pensar. Él nos acompaña. Cada uno tiene su propio tiempo, sus pulsaciones. Es parte de la biología. Un concepto abstracto de la biología. Nadie lo ve, lo huele, lo escucha, pero está presente, lo sentimos cuando la piel cambia o aparece una nueva arruga. Al crecer o al achicarnos.

Trump

No sé... entre el sueño americano y la siesta rosarina... me quedo con ésta.

Escuchado en la mesa de al lado: ¡A ese habría que matarlo!; perdé cuidado... no se va a alterar el ecosistema.
Para el fracaso hay muy pocas chances de error.

Según pasan los años.

De chico hacía cola delante del confesionario, ahora, del cajero automático. Los tiempos cambian pero el secreto es el mismo.
Cada uno roba según sus posibilidades.

Un animal fuera de su hábitat.

 Sí, un animal alejado de su hábitat natural, la selva, el bosque, la llanura. Enfrentado a la cultura, una serie de artificios como videos juegos. Y allí, en ese ámbito, debe desarrollar sus destrezas; en un mundo geométrico y educado; a poco andar se hacen trizas los animales mejor resueltos, se hacen mierda, literalmente; empastillados, emborrachados o con la panza como un tambor llena de bosta.
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