El Hombre

El hombre es la pretensión de detener el tiempo.

Crítica a la Razón.

En resumen, somos unos animales mamíferos que se han especializado en procesos de abstracción de la realidad, en pequeños cubos geométricos, en derivados de las matemáticas y que pretenden construir un mundo a su imagen y semejanza. Vemos al mundo divido en dos, y después, más y más dividido, hasta la eternidad, -esa son las paredes de la lógica, la división arbitraria-. Esa capacidad de desarmar el mundo en mil pedazos y la imposibilidad de reconstruirlo, les hace creer en una “verdad” que estaría en la ordenación de las esquirlas, como si fuera un jarrón que lo hubiera roto en mil pedazos e intentaran reconstruirlo con las fisuras y falta de gracia resultante. No dándose cuenta, primero, que la propia palabra verdad es otra esquirla que deriva de la separación del sujeto, del objeto. En fin no nos damos cuenta que al pensar anulamos toda posibilidad de llegar a la verdad.

Crítica a la Razón

La generalización es una utopía de la razón. La vida, la biología, nos impone lo diferente. Generalizar es una economía de la razón, siempre preocupada en recorrer un millón de años en nueve minutos.

El Hombre y la Muerte

Tal vez nuestra posición vital ante la vida esté determinada por la muerte. El hombre es el único animal que sabe que se va a morir y ante ella elabora dos posiciones culturales extremas, una "hay que vivirla" y la otra "hay que hacer algo útil con ella". Una sería más dionisiaca y la otra apolínea.
Es que ninguna de las dos resuelve el problema irresoluble de la muerte y tal vez el punto de equilibrio estaría en ignorar que uno se muere y vivir como si fuéramos eternos. Total, la muerte llega, hagamos lo que hagamos.

Guy de Maupassant

¿Quién podría separar lo verdadero de lo engañoso en los actos ,de las mujeres? Fingen con sinceridad, haciendo su papel convencidas, emocionadas. Su voluble sentimentalismo las hace de pronto ardientes, agradecidas, criminales, encantadoras o innobles. Mienten sin cesar y sin querer, sin comprenderlo y sin sospecharlo; y a pesar de sus constantes mentiras, en sus actos domina la sinceridad, que se veía en sus resoluciones inesperadas, incomprensibles, irreflexivas, inverosimiles a veces, que de pronto contradicen los razonamientos lógicos, nuestra costumbre razonadora y todos los cálculos de nuestro egoísmo. La brusquedad y la sorpresa de sus resoluciones las hacen aparecer a nuestro juicio como indescifrables enigmas. Y nos preguntamos a-cada instante: ¿Son falsas o sinceras? Amigo mio: sinceras y falsas a la vez, porque su naturaleza las exige que oscilen sin cesar entre dos opuestos caminos y no se decidan por éste ni por aquél. Son ambas cosas y ninguna.
Guy de Maupassant. La modelo