Marcel Proust.

 Proust, en cierto sentido musical, es minimalista en la repetición de los temas. Primero como posibilidad, después como hecho y finalmente como recuerdo, variando el tono, como lo suelen hacer los músicos. Por eso pareciera que el tiempo no avanza y siempre estamos en el mismo lugar; la novela se hace lenta, como paladeando el instante desde diferentes ángulos del tiempo. Como  avanzando en una bicicleta sin ruedas. Excava el tiempo y si este ahora es ansiedad, lo suyo es pura melancolía, algo de Bach, repetitivo, donde los matices son el paladar del buen gourmet, o los aromas del vino.

La acechanza del tedio siempre esta presente en la obra tanto para los personajes como para el lector en un ejercicio que nos hace paladear la nada. Contrariando el terrible aburrimiento del que nos hablara Schopenhauer.

 También Proust es un impresionista al extremo donde no solo se aprecia lo visual, sino los aromas, los bordes, el tacto, los estados de ánimo, los puntos de vista –desde el presente, desde el pasado, desde el presente del pasado, desde el pasado del presente, abarcando todos los tiempos y posibilidades del lenguaje-
 Proust pareciera excavar en la nada, y de pronto, desde donde uno juzgaba como un lugar desechable, surgen imágenes como de una lámpara mágica.

Hubo un tiempo en que los hombres eran inmortales.

 Se moría a los treinta, a los treinta y cinco años, si no antes, en la plena vitalidad, a una edad en la que nos creemos eternos. La cultura con su batería de vacunas y prótesis nos ha alargado la vida al precio de sentir la muerte, día a día, nuestra vejez de achaques, y pensar en ella, y en filosofar, y erigir templos o teorías que la justifiquen.
Porque la dinámica del hombre no es la adaptación al medio, sino la adaptación del medio al hombre.

La ironía

Tal vez la ironía y el cinismo de la mediana edad sea tan solo una cura para la depresión. Un acicate morboso, una risa diabólica para aplacar el dolor, la desazón y los sinsabores de ese cuerpo que ha perdido su juventud.
La cultura es un juego de animales aburridos.
Digo, cultura, desde la comida francesa (Coq au vin o Pot-au-feu) hasta las obras de Picasso.